viernes, 12 de diciembre de 2014

La polarización de la prensa

Generalizar siempre es injusto, al menos para esa parte incluida en el todo que no forma parte del objeto de la generalización, pero aún a riesgo de equivocarme con algunos medios, dudo que mi opinión diste mucho de la realidad, al menos para el 99 % de la prensa (y resto de medios de comunicación) española. Y es que, tristemente y en general, la prensa española es deficiente y partidista. Pero las cosas hay que demostrarlas y para muestra un botón. Como objeto de este estudio (lo sé, el término es presuntuoso), tomaré como referencia la prensa nacional española y aquella que, por el tema tratado en el ejemplo, resulta de relevancia. Para establecer la comparativa podría optar por cualquiera de entre una infinidad de ejemplos, como la aprobación de una determinada ley, determinado caso de corrupción o cierto comentario de uno u otro político, pero el mejor botón que se me ocurre es el actual momento que se vive en Cataluña y cómo está siendo tratado por la uniforme prensa española.
Si comenzamos por la prensa madrileña de derechas, léase ABC y La Razón, el posicionamiento es claro: España es (y será) Una, Grande y Libre, y es que no puede ser de otra manera. Los argumentos son monolíticos, siempre centrados en dos conceptos principales: el vaticinio del caos en el que se sumergiría una hipotética Cataluña independiente por los siglos de los siglos (amén),  y la respuesta que obtendría de una resentida España (o lo que quede de ella) ante tamaña ofensa, pues aunque en España “se quiere mucho a Cataluña”, muy mal lo van a pasar los catalanes si deciden marcharse. El ideario que se esconde tras estos argumentos es evidente: “la maté porque era mía”.
Continuando con el repaso, llegamos a los incalificables, en lo que a posicionamiento ideológico  se refiere (pero lejos de posiciones izquierdistas), El Mundo y El País. En estos diarios encontramos más de lo mismo en el fondo, aunque con formas más moderadas, en ocasiones, y apartadas del lenguaje autoritario y decimonónico de la competencia anteriormente mencionada. Es particular el caso de El País, que de diario de referencia periodística y “diario independiente de la mañana”, tras anunciar que pasaba a ser “el periódico global”, se convirtió hace ya mucho, mucho tiempo, en “la voz de sus amos”, de modo que no tiene mucho margen de maniobra a la hora de publicar noticias y emitir opiniones, así que su posicionamiento pasa por el resurgimiento del eterno, ya manido e infructífero discurso del federalismo, español, eso sí; del republicanismo ni se habla ni se espera que se haga.
Seiscientos kilómetros hacia el Este llegamos a Barcelona, donde las posiciones se trasladan al extremo contrario. De entrada nos encontramos con El Periódico (¿de Cataluña?), “para gente comprometida”, no sabemos muy bien con qué, pero por sus páginas podemos adivinar que con la tercera vía, la federación, todos seremos felices, aunque no dice nada de quién se comerá las perdices. Para este diario no parece que pesen mucho los agravios que siente la mayor parte de la población catalana desde hace tiempo, en especial con el último gobierno del PP, así que en El Periódico están tranquilos porque saben que el federalismo lo resolverá todo al momento, y aquí paz y después gloria.
El grupo de diarios díscolos (todo depende del punto de vista), palabra recientemente puesta de moda por el PSC, lo forman La Vanguardia, Ara i El Punt Avui+. Según estos últimos, la independencia de Cataluña será beneficiosa no solo para Cataluña, sino también para el resto de España (o lo que quede de ella). Y aunque habrá obstáculos y situaciones complejas que habrá que resolver, con buenas intenciones, trabajo y colaboración por parte de todos, todo se resolverá satisfactoriamente… para todos. Desconozco quien redacta las noticias de estos diarios, pero cuando recuerdas la serie “Los mundos de Yupi” y la comparas con “Barrio Sésamo”, te das cuenta de que, aunque imperfecta, con la segunda éramos menos felices pero más prácticos: al menos aprendíamos a contar (¡1, 2, 3… 4, 5, 6… 7, 8 y… 9… 9!).
Una de las características que determina la salud democrática de un país es la imparcialidad de su prensa y la libertad de expresión de las plumas que la conforman. Lamentablemente, esto dista muy lejos de suceder en Cazikistán, y si algún periodista afirma que redacta con entera libertad, habría que preguntarle acerca de su ideario, el del diario en el que escribe y por qué no escribe en el de la competencia. Los diarios tienen línea editorial, tienen “pensamiento”, por muy imparciales que puedan o quieran llegar a ser, pero ello no entra en contraposición con el hecho de enfocar las noticias con imparcialidad, al menos con unos mínimos, mostrar con equidad los datos y las visiones de las distintas partes presentes en una noticia, otorgando la misma importancia a los distintos puntos de vista, con columnas de opinión diversas, unas a favor de una posición, otras a favor de la encontrada y otras en medio de la infinidad de grises que existen entre el blanco y el negro.
Hace ya mucho tiempo que se me hace difícil leer un diario de forma seria, aún más creer lo que cuenta. Podemos culpar al medio, del mismo modo que decimos que los políticos tienen toda la culpa de la actual situación socioeconómica y política del país, pero no dejo de preguntarme desde hace años por qué esta prensa tiene tantos adeptos (lectores) y los políticos que nos gobiernan también (votantes). Desde la creación de El País allá por los años 70, no recuerdo ningún intento de sacar a la calle un diario llamémosle imparcial, ecuánime, con sentido de la noticia, aunque, lamentablemente, tampoco confío en que, de haber sido así, habría tenido éxito.